Fukushima
El accidente ocurrido hace poco más de dos años en la
central nuclear Fukushima I, Japón, trastoco la mentalidad de un pueblo
tradicionalmente contenido. Expresarse en la calle ha pasado de ser un acto
vergonzoso a ser una muestra de dignidad. Este cambio de razón se produce
después de que el maremoto/tsunami de 9 grados en escala sismológica de
magnitud de momento (MW), sucesora de la escala de Richter, devastase el departamento de Fukushima en
el nordeste de Japón -10.000 muertos y 17.000 desaparecidos lo certifican-. La
evacuación de más de 170.000 personas en un radio de 20 km alrededor de la
central la convierte en la segunda catástrofe nuclear de la historia, por detrás
de Chernóbil -Ucrania- provocando multitud de manifestaciones en el país contra
la energía nuclear. El reconocimiento por parte del gobierno japonés de
desmantelar la central, la paralización de todos los reactores del país, por
seguridad, cuando ocurrió el accidente y su posterior rectificación al poner en
marcha, un año después, los reactores 3 y 4 en la planta nuclear de Oi, en la prefectura
de Fukui, ha conseguido, que la sociedad salga a la calle a protestar
masivamente.