Psicología

Psicología

Del griego clásico ψυχή, psique, alma o actividad mental, y λογία, logía, tratado, estudio.

Parte de la filosofía que trata del alma, sus facultades y operaciones.

Todo aquello que atañe al espíritu.

Ciencia que estudia los procesos mentales en personas y en animales.

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Psicología Cognitiva

En las décadas de los años 50 y 60 del pasado siglo XX nace una corriente psicológica que se encarga del estudio de la cognición -capacidad de procesar la información a partir de la percepción, la experiencia/conocimiento adquirido y las características subjetivas que permiten valorar la información-, es decir, de los procesos mentales implicados en el conocimiento. En la mente humana, la información recogida por el sistema sensorial, surge a través de un sistema cognitivo cuyos componentes básicos son la atención, la percepción y la memoria. El proceso de conocimiento en sus acciones de acumular, recuperar, reconocer, comprender, organizar y usar la información a través de los sentidos. El análisis de cómo los seres vivos, y en especial el ser humano, entienden el mundo que les rodea y como solucionan los problemas que les atañen, tomando la información entrante transformándola, sintetizándola, elaborándola, almacenándola, recuperándola y finalmente haciendo uso de ella en la resolución del asunto es uno de los intereses que persigue la psicología cognitiva . 


Todo esto, da como resultado un proceso activo funcional de la información, para que la próxima vez que nos encontremos en un acontecimiento/entorno similar, estar más seguros de lo que pueda ocurrir comparándolo con la primera vez que ocurrió. El uso del conocimiento nos permite planificar situaciones futuras, objetivos para amplificar las probabilidades positivas y disminuir las negativas. Una vez que el individuo tiene una confianza del posible resultado que supondrá un hecho, su conducta se ajustara a sus conocimientos.   

También se interesa de cómo el conocimiento cabal -gnosis- guía la conducta. Partiendo de un punto de vista motivacional, la cognición es un “impulso a la conducta”. Los teóricos cognitivistas creen que la acción/motivación esta especialmente en función de los pensamientos del sujeto y no de los instintos, necesidades, pulsiones o estado de activación -arousal-.


  
Íntimamente ligada a la psicología de percepción y experimental aparece como una nueva evolución de pautas respecto a la visión del ser humano. Con arreglo a esta afinidad, se admite al ser humano como un procesador dinámico de información. Al principio, recibiremos distintos estímulos exteriores, que se trasmutan en nuestro interior en señales nerviosas que alcanzaran el cerebro, después, organizaremos e interpretaremos estos mensajes de manera reveladora, y finalmente, los almacenamos en nuestra memoria, y desde ella, influirán en todo proceso nuevo que nos enfrentemos, de ello puede depender nuestra vida, como se observa en las imágenes del vídeo en el que un conductor de autobús chino, Mao Zhiao de Jiangshan, salva su vida y la de sus pasajeros por décimas de segundo.



Los fenómenos cognitivos, para la Psicología Cognitiva  son el eje de la sintomatología, es decir, lo que asumo sobre algo, va estar en el centro de mis síntomas/sospechas. También estudia la interacción entre cognición y emoción observado cómo se comporta en su desarrollo. Esto se consigue con una activa colaboración y participación entre paciente y médico. Las terapias suelen ser breves, estructuradas y orientadas a objetivos precisos.



El aprendizaje de los primeros años

Los seres humanos nacemos totalmente indefensos, a diferencia de otros muchos animales que a los pocos segundos/minutos son capaces de andar, volar,…, pero, perfectamente dispuestos para absorber/aprender/evolucionar desde ese mismo momento hasta el día de nuestra muerte. En los primeros años de nuestra vida experimentamos nuestros sentidos y sentimientos además de aprender a dominar nuestro cuerpo. El progreso mental nos ayuda a comunicarnos y expresarnos con los demás, nos formaremos una idea/imagen de mundo, de sus pobladores y, al final, de nosotros mismos.

Cuando llegamos a este mundo, desde el primer momento, reaccionamos a los/as rostros/caras que nos rodean, es cierto que la nitidez/claridad es prácticamente nula, pero si diferenciamos un fuerte contraste/diferencia. En unos pocos meses la visión mejora notablemente. Además nacemos con un reflejo prensil, un rastro de nuestros antepasados mas prehistóricos. Está más que demostrado que también reaccionamos a los ruidos, olores y sabores. La universidad de Pennsylvania, EE.UU, verificó que solo dos horas después de nacer reaccionamos con gestos mímicos ante sabores dulces, amargos, agrios,…, siendo los sabores salados en los que menos se aprecian estas muecas.

Los primeros movimientos, giros, estabilidad para mantenernos sentados, “gateos”,…, son el preludio para levantarse y caminar. La coordinación perfecta entre músculos, neuronas, equilibrio y visión nos ayuda dar nuestros primeros pasos, aunque esto solo no basta para lograr llegar a la meta; el pie -compuesto por 26 huesos diferentes- tiene que formarse. En un año caminamos solos sobre nuestras piernas, al principio totalmente inseguros, con pasos cortos y distancias cortas. Al llegar a los dos años somos capaces de correr. La habilidad de escalar es otro vestigio de nuestro pasado simiesco. Según manifiesta la ciencia, la rápida orientación en un espacio tridimensional exige un rendimiento cognitivo alto -Se cree que la práctica de la escalada impulsa el desarrollo del cerebro-.                      

Entre los dos y los cuatro años descubrimos nuestra voluntad, es una fase de rebeldía en donde practicamos la autoafirmación y aprendemos a aceptar las derrotas. La envidia, las enemistades, las peleas, son el día a día. Durante la etapa de aprendizaje básica, diversos niños tienen dificultades cuando se trata de repartir/compartir algo de forma justa. La mayoría de los neurólogos creen que la causa se encuentra en el córtex prefrontal; esta zona cerebral es la responsable del control/dominio de los impulsos/arrebatos y, no madura hasta el final de la niñez.

En los años 60 el psicólogo suizo Jean Plaget estudio la evolución moral de los niños vigilando hasta qué punto se respetaban las reglas cuando jugaban a las canicas. Los juegos basados en reglas, como las canicas, solo funcionan si todos los participantes aceptan los acuerdos que los rigen, es una cuestión de madurez moral. El juego/trato con mascotas/animales ayuda a asumir responsabilidades sobre otros, provocando un conocimiento por la naturaleza.

La investigación/estudio de las relaciones entre hermanos revela que entre los tres y cinco años los hermanos pasan más tiempos juntos que con los padres, a veces, más del doble. Los hermanos compiten y se pelean por la atención de los padres, pero su cercanía suele ser mayor y más intensa que en cualquier otra relación. La hermana mayor, y no la madre, suelen ser el modelo a seguir en las chicas.

Cuando se inicia la pubertad comienza la independencia de los padres, la búsqueda de amigos, la sexualidad y los primeros pasos hacia el mundo adulto. Los amigos/compañeros, generalmente de la misma edad y condición social, se convierten en el centro de nuestras vidas. Salir con ellos es para la mayoría una importante actividad de ocio/diversión. Para la gran mayoría es mejor ir a montar en “bici”, nadar,  celebrar una fiesta o ir a un concierto con los amigos, que jugar con el ordenador/videoconsola. La adolescencia,  marca el final de la pubertad.



La interactuación de la mente


La fragilidad del homo sapiens, si la comparamos con cualquier otro mamífero terrestre del planeta, es  enorme, somos un simio bípedo que no posee gran fuerza física ni velocidad, que tampoco tiene especiales adaptaciones físicas que nos permitan camuflarnos, envenenar o escapar rápidamente de los depredadores, seguramente cuando nuestra especie comenzó  a caminar por la sabana no resultaría una presa difícil de abatir por/para un tigre dientes de sable o un león de las cavernas. Esta debilidad contrasta con su dominio del planeta, disponemos el modo de vida de cientos de animales y plantas, nuestro dominio del mundo es tan vasto que estamos presentes en lugares en donde la vida es casi imposible, como en la órbita baja de la tierra o el Polo Sur, ¿Cómo es posible?.

La respuesta es sencilla, la selección natural nos ha dotado de la mejor defensa posible, mejor que garras o alas; nuestro cerebro. Un cerebro humano adulto está compuesto de 100 mil millones de neuronas, cada una de ellas en comunicación con otras mil neuronas docenas de veces por segundo y es el consumidor del 20% de la energía del cuerpo, es como un superordenador biológico con una capacidad de procesado que deja en ridículo al más avanzado que podamos construir. Gracias a su velocidad de cálculo podemos suplir las formas de defensa que tienen otros seres vivos, pero, la habilidad de nuestra mente no solo se queda ahí, la capacidad de razonar de forma flexible y única, diferente al resto de los organismos vivos, nos sirve para unificar con el de distintos individuos, para actuar/hacer/conseguir lo que uno solo no podría, es también un progreso contundente.

Para conectar con otros individuos nuestro cerebro trabaja de dos formas diferentes, por un lado, tratamos de comprender lo que piensan y sienten los demás, y por otro, utilizamos la palabra para transferir lo que pensamos y sentimos nosotros. La neurociencia señala que la selección natural ha diseñado zonas especializadas dedicadas a la tarea de lo que ocurre en la mente de los demás. El escaneo realizado por resonancias magnéticas o tomografía a personas en reposo, tumbadas plácidamente sin actividad alguna, han demostrado que dichas regiones especializadas siguen con su actividad mientras que la mayor parte de la actividad cerebral disminuye. Esta acción revela la predilección que el cerebro humano tiene por contemplar la mente de otros.

La sensibilidad de nuestra mente, ante lo que ocurre en las mentes que nos rodean, hacen que nuestro cerebro refleje de forma espontanea el patrón de actividad de los cerebros de nuestro entorno. Si vemos a una persona atemorizada, reaccionaremos con temor, igualmente, si vemos a una persona pincharse, nuestra reacción cerebral será de dolor,…, estas reflexiones nos indican que la mente intenta intervenir de forma natural en el procesado de información de las mentes vecinas. Todavía no está estudiado a fondo este descubrimiento, pero el impulso a situarnos en sintonía mental con los demás indica una complejidad en las interacciones sociales.                        

Las observaciones sobre las inclinaciones sociales de nuestro cerebro acaban de empezar, equipados con las nuevas tecnologías capaces de obtener imágenes del cerebro, y con un reconocimiento de la importancia de lo observado, es posible que la psicología pueda desentrañar el complicado ajetreo de la mente cuando reacciona a otras mentes, influye en ellas o es influenciada por ellas.

¿Bailas? 

La música nos emociona, a todos nos ha pasado con alguna canción, los sentimientos que nos despierta esa canción especial indica que estamos vivos. Pero hay más, hay estudios que indican que bailar es beneficioso para la salud, tanto física como mental. Los investigadores Marcel Zentner y Toumas Eerola aseguran que “los seres humanos tienen una capacidad única para coordinar sus movimientos motores a un estímulo auditivo externo, como cuando una melodía nos induce a dar golpecitos con el pie o bailar”. Un estudio realizado en 120 niños de 5 a 24 meses, expuestos a diferentes melodías, señaló que respondían de una manera natural/innata al ritmo y al tempo de las canciones que escuchaban. El artículo publicado por ellos en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) no deja lugar a dudas, claro que, esta capacidad para el baile no tiene, todavía, una explicación evolutiva según afirma Zentner. Seguramente los primeros homínidos que coordinaban sus movimientos corporales con elegancia durante los cortejos tenían más posibilidades que aquellos que no lo hacían. El sentido del ritmo no es exclusivo de los seres humanos algunos animales como las cotorras, los elefantes, delfines,…, también tienen capacidad para seguir una cadencia. 

La genética parece dar la razón a dichos investigadores, hay estudios que demuestran que los bailarines profesionales comparados con personas que nunca han practicado la danza, tienen grandes diferencias en genes asociados a la comunicación y habilidades sociales. Además, los niveles en sangre de serotonina y arginina-vasopresina, sustancias vinculadas al bienestar, buen humor,…, son mayores. La simetría es otra característica de los bailarines según un estudio de la Universidad de Rutgers, EE.UU. Es de sobra conocido que la simetría corporal es un atractivo físico en la mayoría de la especies, incluso para la especie Humana. 

Cuando escuchamos música en nuestro cerebro se activan las mismas zonas cerebrales que la comida y el sexo. El placer que despierta la melodía escuchada en el cerebro estimulara al córtex prefrontal (implicado en las emociones) y, aumentara, si la acompañamos de movimientos sincronizados con ella. Se activara entonces el cerebelo (región del encéfalo cuya función principal es integrar las vías sensitivas y las vías motoras) para coordinar música y movimientos, proporcionadnos unos instantes inmejorables para nuestra mente y cuerpo. 

Especialistas en medicina han demostrado que bailar es un remedio efectivo contra el envejecimiento cerebral. Un estudio publicado en la revista New England Journal of Medicine calculo que los crucigramas solo disminuyen en un 47% el riesgo de demencia en edades avanzadas, frente al 76% que habitualmente practica el baile. Esto se debe a que mientras movemos el esqueleto se toman decisiones rápidas, en las que no hay un patrón fijo como caminar, con un continuo movimiento para seguir el ritmo de la canción estimula las neuronas manteniéndolas despiertas.

Pero no solo practicar el baile es beneficioso, hay estudios que demuestran que mirar una coreografía activa las áreas motoras de los observadores haciéndoles experimentar de una forma tácita los movimientos, velocidad,…, del bailador. Esto es debido a la neurona espejo/especular que tenemos.

En fin, como dice la canción, ¡Todos a bailaaaarrrrr!




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