miércoles, 31 de julio de 2013

Ecología Fukushima

Fukushima

El accidente ocurrido hace poco más de dos años en la central nuclear Fukushima I, Japón, trastoco la mentalidad de un pueblo tradicionalmente contenido. Expresarse en la calle ha pasado de ser un acto vergonzoso a ser una muestra de dignidad. Este cambio de razón se produce después de que el maremoto/tsunami de 9 grados en escala sismológica de magnitud de momento (MW), sucesora de la escala de Richter, devastase el departamento de Fukushima en el nordeste de Japón -10.000 muertos y 17.000 desaparecidos lo certifican-. La evacuación de más de 170.000 personas en un radio de 20 km alrededor de la central la convierte en la segunda catástrofe nuclear de la historia, por detrás de Chernóbil -Ucrania- provocando multitud de manifestaciones en el país contra la energía nuclear. El reconocimiento por parte del gobierno japonés de desmantelar la central, la paralización de todos los reactores del país, por seguridad, cuando ocurrió el accidente y su posterior rectificación al poner en marcha, un año después, los reactores 3 y 4 en la planta nuclear de Oi, en la prefectura de Fukui, ha conseguido, que la sociedad salga a la calle a protestar masivamente.


Las negligencias/descuidos en la construcción de la central fueron claves en el acontecimiento sucedido. Aunque se sabía que en la zona podían ocurrir tsunamis/maremotos de más de 38 metros, la central contaba sólo con un muro de 6 metros y muchos de los sistemas fundamentales estaban en zonas inundables. Hay que recordar que antes de los hechos sucedidos, ocurrieron bastantes incorrecciones por parte de TEPCO -Compañía Eléctrica de Tokio-, los cuales, estuvieron declarados en distintas inspecciones, pero NO fueron tomados en consideración por TEPCO ni por el Gobierno Japonés, entre los fallos documentados de la central existían fugas enormes sin reparar, instalaciones erróneas -el secador de vapor estaba en sentido contrario- y contratación de personal NO cualificado. La cantidad de faltas y descuidos es amplia, se sospecha que estos casos se repiten en gran parte de otras instalaciones nucleares japonesas.

Los daños medioambientales han quedado comprobados en las mariposas Zizeeria maha, una especie muy común en Japón, estudios realizados en la zona indican daños fisiológicos y genéticos en la especie. Las mutaciones observadas en alas, antenas, ojos y patas se transmiten a las nuevas generaciones de manera acrecentada. El artículo publicado en la revista Scientific Reports revela que la radioactividad provocó graves daños funcionales y genéticos en las poblaciones del insecto. Los especímenes recogidos en las zonas más afectadas por la radiación tenían los ojos desarrollados de forma inhabitual y las alas más pequeñas. Meses más tarde se volvió a recoger muestras en los mismos sitios, descubriéndose, que las mariposas de la zona de Fukushima duplicaban los índices de mutación encontrados meses antes. También la vida vegetal se ha visto afectada por la contaminación radioactiva. La huella dejada se puede ver en la recopilación de fotografías subidas por un bloguero en la página web http://imgur.com/a/Ne2bP#1, la cantidad de mutaciones observadas en las plantas indican la magnitud de la catástrofe.

A las averías de los pasados día 18 de marzo y 22 de abril de 2013, que fueron producidas por unas ratas, según anuncio el actual director general Masayuki Ono, de la compañía TEPCO. Hay que sumar la ocurrida el 18 de julio de 2013, producida por una fuga de “algo parecido al vapor” en el reactor 3 que, según la agencia japonesa de noticias Kyodo, no ha tenido consecuencias. En los dos primeros sucesos se vieron afectados los sistemas de refrigeración, en uno de ellos, la temperatura de las piscinas de refrigeración subieron de 13,7° a 25° en pocas horas, aunque al día siguiente, los operadores de la central consiguieron, en parte, reducir la temperatura del sistema. 



Estos accidentes ponen de manifiesto la debilidad que todavía mantiene la central nuclear más de dos años después de la catástrofe ocurrida, el Organismo Internacional de Energía Atómica -AIEA en sus siglas en ingles- exige a Japón a mejorar su fiabilidad.  

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